Según miremos, así veremos, otro de mis escritos, que por gentileza de Yolanda G. Ojedasuena así de bien.
Escrito el 18 de diciembre de 2010
Si observamos un árbol desde la distancia, apenas percibimos nada de él, si pasamos junto a este y no nos acercamos, seguiremos sin ver muchas cosas de él… de repente, decidimos acercarnos y observamos que, aparte de su grandeza, vemos que por su tronco suben hormigas; si miramos a sus ramas, vemos que también hay un nido de pajarillos, que revoletean con alegría al escuchar el canto de sus padres…; además, notamos que bajo sus ramas: el calor, es más llevadero simplemente por estar compartiendo su sombra…
Si pasamos junto a un árbol, sin más: no nos damos cuenta de como es en realidad… y solo con acercarnos a él podemos ver que, de repente, parece más grande, más verde, más bello y que, además está lleno de vida… en realidad el árbol sigue siendo el mismo, lo único que ha cambiado es la forma de verlo…
Pues con la vida podemos hacer lo mismo… TÚ existencia es inconsciente, haces cosas sin saber porqué, deseas cosas sin saber porqué, nos preguntamos cosas sin saber porqué… Vamos a la deriva de un sueño inconsciente.Vamos poniendo la vista en situaciones tristes, aburridas, momentos desagradables…: esto ocurre porque nos distanciamos de las cosas que hay a nuestro alrededor. Cosas tan sencillas como el sentarse en un banco y, junto al calor del sol, detenerse a observar cuanto ocurre a tu alrededor. Enseguida te das cuenta que hay mucha vida a tu alcance y que, simplemente con iniciar una conversación, te das cuenta que los demás están dispuestos a compartir su tiempo y así poder disfrutar de las cosas sencillas de la Vida…, y expresiones como: es que no tengo tiempo para esto o aquello, son excusas que ni tú mismo te crees…También, recordar que si algo nos ofrece la Vida en abundancia es el tiempo y solo es cuestión de saberlo distribuir…; ya que, la única y verdadera importancia de la Vida es como tú te veas reflejado en ella y si te ves feliz: la Vida te parecerá Maravillosa; ya que, solo es cuestión con que ojos tú la mires.
La Vida, el miedo a uno mismo, otro de mis escritos, que por gentileza de Yolanda G. Ojedasuena así de bien.
La Vida consiste en ir superando las adversidades y dificultades que esta te presentará desde tus comienzos hasta el final de tu existencia.
Cuando nacemos no somos conscientes de lo que es el miedo, por lo tanto no tememos a nada… Este sentimiento es algo que nos inculcan de manera involuntaria nuestros progenitores, principalmente a través de expresiones como no hagas esto, ten cuidado con aquello, que si lo haces te ocurre esto o lo otro… es así como comenzamos a sentir dudas con respecto a lo desconocido. Sí, que es cierto, que ellos lo hacen con el único fin de evitar males mayores; pero al mismo tiempo, crean la inseguridad en las criaturas. Y, esta situación será una de las primeras metas que tendrá que ir superando para poder evolucionar. Para algunos es tan difícil de vencer que probablemente vivirán con ella de por vida, con las siguientes consecuencia: la inseguridad personal es la causa principal de que la vida se vea desde otro punto de vista; convirtiendo a la persona afectada en un ser infeliz, triste, frustrado…
INSEGURIDAD PERSONAL
Es el miedo a lo desconocido, a uno mismo, a enfrentarse a los demás, a la vida… esta te limita tanto tu actitud, como tu aptitud. Así mismo esta puede tener varios orígenes derivados desde la infancia, quizás por una sobreprotección familiar, o falta de autoestima provocadas por burlas o por algún defecto físico… Es una duda permanente que se instala en todo tu ser, y es ver pasar los acontecimientos, la vida… Y mirar indeciso sin saber qué hacer, por temor a equivocarte, tal vez por temor a perder: la inseguridad te impide crecer y desarrollarte como ser humano.
La inseguridad se vence simplemente haciéndole frente, afrontando con orgullo quien eres y hasta donde puedes llegar: sin importarte lo que sobre ti piensan los demás… Cuando realmente te aceptas tal cual eres y sientas aprecio por quien eres y lo que quieres. Entonces estas preparado para afrontar la vida con todas sus consecuencias…Y empiezas a dar la importancia justa a las adversidades y dificultades que la vida te presenta… Pues, al fin y al cabo, las cosas tienen la importancia que uno mismo les quiera dar. Solo así es cuando te liberas y empiezas a verlo todo de otra manera. Abriéndose un nuevo horizonte, permitiéndote llenarte de satisfacción personal, y, también, aprendes que si tú te sientes feliz es porque realmente tú lo crees… En la vida todo aquello que ocurre o acontece no son siempre problemas, son simplemente situaciones de la vida… Y, a veces, basta con cambiar un poco nuestros hábitos para que la situación se solucione por sí sola. Una buena medida es vivir siempre dentro de tus posibilidades y limitaciones personales, quizás así podrías ver la vida de otra manera… Sí, es cierto que cuesta mucho superarse a sí mismo, pero el resultado es tan satisfactorio que incluso que no se consiga del todo, el hecho de intentarlo ya de por si es un triunfo… Y, si decides no hacerlo, déjate de buscar culpables y de lamentarte: pues solamente eres tú quien te impide crecer como persona, pues la vida se presenta para todos con diferentes adversidades y dificultades que hay que ir superando, la diferencia está en la forma que tú actúes frente a la vida… Así lo positivo o negativo de la vida. Tú y solo tú eres el único culpable de cuanto acontece en tu vida…
¡A qué estás esperando para enfrentarte a ti mismo y vencer tus miedos.
Desencuentros y discrepancias personales, otro de mis escritos, que por gentileza de Yolanda G. Ojedasuena así de bien.
Soy un «árbol» que me gusta compartir mi sombra con todo aquel que hasta mí se acerque. No pretendo hacer sombra a nada ni nadie, por el hecho de creerme estar por encima. Como «árbol» sé que mi lugar está en la tierra, mis «raíces» así me lo hicieron saber desde que tengo uso de razón.
Me gusta observar con detenimiento todo cuanto existe a mí alrededor; sin importarme las diferencias que entre éstos (personas, animales u objetos) les pueda hacer ver que son diferentes entre sí. También, me gusta escribir sobre esto y otras cosas que observo, vivo, siento y pienso…
Soy «alcornoque» por el hecho de haber nacido en la alta Extremadura.
Me preocupa, y mucho, que a veces puedan pensar o decir de mí, que soy un hipócrita, por el hecho de que mis «frutos» les hagan aflorar sentimientos totalmente ajenos a mi voluntad. Como «árbol» y como «escritor» considero que en este «hábitat» así como en cualquier otro confín que se pueda dar bajo el astro rey…; me atrevo a decirles, siendo consciente de que mis pies están en la tierra, que en este lugar como en cualquier otro hay sitio de sobra para todos y cada uno por igual y que, por tanto, ni siquiera es necesario intercambiar nada con el fin de evitar desencuentros absurdos.
Ante Dios y la Naturaleza todos gozamos de los mismos privilegios y derechos: las escalas sociales son obra de propio hombre. Y, en cuanto a lo que lugar se refiere, con el tiempo, cada cual ocupará el que le corresponda por su actitud y aptitud.
Vivo tratando de sacar todo lo positivo de la vida, incluso de las cosas malas, con el fin de compartirlo con los demás, sin que por ello tenga que señalar a nadie como culpable por algo que a día de hoy deberíamos saber que: los sentimientos los sufren y padecen aquellos en los que nace, y que de haber algún problema por ello, estos serían los únicos responsables, pues, en la mayoría de los casos para el que los despierta suelen pasar desapercibidos.
El árbol frondoso, otro de mis escritos, que por gentileza de Yolanda G. Ojedasuena así de bien.
Personificación
Escrito el 17 de mayo de 2013
El árbol se hallaba complacido por los beneficios que obtenía de manera gratuita del río, sin importarle que para ello tuviese que sufrir el transito de las personas. Aquellos seres que le veían útil solo por el hecho de que a través de sus ramas podían acceder directamente al agua. Gozando y disfrutando con la sensación que a estos le causaba la distancia existente entre la rama y el agua. El árbol se sentía dichoso y ni siquiera le importaba que para ello fuera preciso ser desprendido de algunas de sus ramas, con el fin de facilitar el paso y el disfrute de los humanos. Es más, se sentía un árbol privilegiado por el hecho de disponer de todo el agua necesaria para saciar a todas y cada una de sus raíces. Eso mismo le había permitido crecer rápido, fuerte y frondoso.
Recordaba con alegría, que tiempo atrás bajo él habían sesteado en verano; al resguardo de su majestuosa, refrescante y placentera sombra: infinidad de ovejas, vacas y caballos que habían acudido a él para liberarse de picores y calores, además, de haber sido durante años el lugar elegido por un par de parejas de escandalosas, traviesas y atrevidas picazas. Por todo ello se sentía este aliso dichoso, y aún más si cabe, por haber sido testigo directo de como otros de su especie yacían inertes; con sus ramas pudriéndose dentro del agua, sin haber saboreado el calor y el candidez de los demás seres vivos.